LISTIN DIARIO

Los medios de comunicación de Honduras han acordado las bases de una autorregulación para evitar que imágenes y escenas de actos violentos y denigrantes predominen en la difusión de las noticias al público, así como para establecer franjas de horarios, en la televisión, libres de pornografía o con fuerte acento sexual.
Este esquema de autorregulación es una alternativa para esquivar los efectos de una ley de telecomunicaciones que no sólo plantea una redistribución de las frecuencias de radio y televisión en el sector privado, sino que daría a un comité oficial la facultad de regular los contenidos de los medios.
En Honduras, como en otras sociedades, el público está reaccionando frente a la descontrolada exposición de fotos y videos con escenas repugnantes, desgarradoras, de seres humanos victimizados en atracos, en ajustes de cuentas, en violaciones sexuales y otras circunstancias trágicas, como los accidentes de tránsito, o de atrevidas imágenes de sexo que se reproducen en las redes sociales.
En ese país centroamericano, como en otros, los delincuentes se sienten saciados, premiados, cuando la sociedad entera ve los cuerpos mutilados o heridos de sus víctimas. La televisión, en especial, les ofrece gratuitamente un trofeo, y de tal modo se sienten aleccionados para seguir matando y aterrorizando a los ciudadanos.

Con esa autorregulación, en esencia, se persigue un mayor control de dichas imágenes en virtud del dañino impacto y efecto que pueden tener en los niños, niñas y adolescentes. Y, en especial, evitar que estos menores sean presentados o mostrados en situaciones que afecten su dignidad, porque violan la ley y las convenciones internacionales que les confieren a estos una especial protección ante las influencias malsanas.
Aquí no escapamos a esa realidad. Y con pena vemos cómo en diferentes medios de comunicación se pierde el cuidado en el manejo de estas imágenes aberrantes que ensangrientan nuestras pantallas, a cualquier hora del día, aunque tal despliegue se haga al amparo de la libertad de prensa que existe y se garantiza en nuestro país.
Pero esa libertad, como las demás, tiene sus límites. Y estos límites son, precisamente, los que han desbordado muchos de esos medios al hacer un manejo desinhibido de imágenes grotescas, morbosas, enteramente violentas, sin importarles el desagradable impacto que tienen en sus audiencias.