Hace unos días recorrimos los caminos que nos llevaron a la victoria, destacamos la proeza de Danilo, que es de todos nosotros/as también, y mencionamos algunas enseñanzas del proceso electoral. Ahora que andamos en tareas propias de la transición, el camino a gobernar, me gustaría  llamar la atención sobre algo muy valioso que hemos conseguido: el gusto de estar juntos, de hacer política juntos y de ganar juntos. La reflexión es: si hemos de gobernar y trabajar juntos, ¿por qué no seguir y andar juntos también en la transición? 

El presidente electo Medina, agradecido de quienes le acompañaron y faenaron para llevarle a la presidencia, ha empleado los días posteriores al 20 de mayo a dar gracias y reiterar compromisos. También a energizar a los formidables equipos técnicos que se formaron para sustentar sus soluciones (propuestas de políticas públicas) a los desafíos, problemas e ilusiones de dominicanas y dominicanos. El mandato del presidente Medina a sus técnicos ha sido avanzar rápido –ganar tiempo al tiempo, poner números a las acciones y programas que emprenderá tan pronto asuma la presidencia el 16 de agosto.

El presidente Medina ha convertido la transición en un punto y seguido, luego de celebraciones frugales en barrios, entre compañeros, cenas, almuerzos, chicharrones de la Cayetano Germosén y frias, sancochos y chenchenes. Vale recordar que todo proceso electoral obliga –dependiendo de la magnitud de la victoria o de la derrota- al punto y aparte o al punto final (como ha anunciado Julián Serulle) y a los más lúcidos a los puntos de interrogación. Los tontos se quedan en los puntos suspensivos. 

Estamos de vuelta al trabajo. No puede desatenderse la paila en el fogón, ni deben desmantelarse las estructuras construidas con tanto esfuerzo, mucho menos soltar en banda a nuestra gente que fue tan necesaria para ganar y que será imprescindible para gobernar. Más aún, no podemos perder de vista que nuestros adversarios no han parado un minuto, desquician con sus impertinencias y pretenden debilitar el entusiasmo del pueblo dominicano con el gobierno de Danilo. Si el diablo nunca duerme, como se dice, vamos nosotros, digo entonces, a madrugar.

•Ilusiones congregadas en la plaza. Aunque invisibles, las ilusiones que tiene el pueblo dominicano con el gobierno de Danilo son audibles y sensibles, las podemos palpar casi con las manos . Están ahí. Siguen ahí, congregadas en esa gran "plaza" de todos y todas que es la República Dominicana, sus negocios y familias. Congregadas y expectantes. "Lo va a hacer bien, va a hacer un buen gobierno", me dicen cuando me acerco.  "Combatirá la corrupción, creará empleos, dinamizará los negocios, mejorará la educación, nos devolverá el gusto y el orgullo de vivir en nuestro país."

•¿Qué hacer de aquí al 16 de agosto? Sencillamente, dos cosas: la primera, hacer lo que está haciendo el presidente Medina con sus técnicos, prepararse y alistarse para asumir la presidencia. La segunda, que es la que nos compete a todos nosotros/as, no dejar desperdigar esa inmensa fuerza de cambio que votó para Continuar lo que está bien, Corregir lo que está mal y Hacer lo que nunca se ha hecho. La pregunta es cómo mantener energizadas nuestras fuerzas en la antesala de asumir el gobierno. ¿Cómo lo hacemos? Nueve semanas tenemos por delante. Nueve semanas cruciales. El punto de partida es el reconocimiento de la importancia del otro/a en toda circunstancia. El  motivo: la cercanía. El mensaje: seguimos cerca de ti. No perder el contacto. Restablecerlo si se ha perdido. Volver a reunirse y recrear experiencias. Elaborar y distribuir responsabilidades dentro un plan alegre y distendido de visitas para dar gracias, volver escuchar a la gente, conocer sus expectativas y reiterarle los compromisos de Danilo. Llevarles este sencillo mensaje, por ejemplo, contarles lo siguiente: mientras aquellos se pelean a tiros, palos y empujón, Danilo y nosotros seguimos trabajando. Porque somos responsables. Porque no vamos al gobierno a improvisar, ni a inventar con los bienes e ilusiones de la gente. Y porque cuidamos la palabra empeñada, el compromiso. 

Hay muchas maneras de atender políticamente las expectativas ciudadanas; más que un empleo, un crédito, una beca o una facilidad, que son importantes, que son necesarios, lo que la gente quiere sentir es que ella importa y que le queremos. Que su negocio y su familia son parte de nuestras preocupaciones y, servirle nuestra razón política.

El PLD y los compañeros/as. Los seres humanos levantamos iglesias, montamos empresas, armamos ejércitos y organizamos juntas de vecinos/as para que vivan, no para que mueran…a la primera ocasión. Las queremos construir sólidas para que resistan, para que nos sobrevivan. Para evitar la precariedad, la inseguridad, para encontrar abrigo y superar nuestra intrínseca debilidad en la unidad. Eso sí, han de construirse todos los días con oficio, culto, entusiasmo, disciplina, y reunión semanal. Como recoge Eduardo Galeano de la sabiduría maya, somos hijos de los días, somos hijos del tiempo. Con un partido ocurre lo mismo, sólo que a veces lo olvidamos. Un partido es una suerte de iglesia laica, de empresa pública solidaria, de ejército democrático y de organización comunitaria con territorio universal. Un espacio de socialización y solidaridad que nos permite unir, reunir, juntar y sumar para servir a los demás. Un partido debe tener la flexibilidad de convertirse en una poderosa y victoriosa maquinaria electoral –como ya lo es el PLD- en tiempos de elecciones, como también transformarse –como hicimos con el PLD cuando David y Federico y George- en un impresionante ejército de voluntarios solidarios en tiempos de tragedias naturales, pero sin dejar de ser nunca partido. El bien más preciado que tenemos los y las peledeístas es el partido; gracias a él hemos ganado elecciones y podido gobernar. La reunión semanal y el plan de trabajo son el block y el cemento de la construcción partidaria. No lo podemos olvidar. De lo contrario vamos a estar necesitando alquilar carpas en cada proceso electoral.

•Lo que importa es la direccionalidad del gobierno, no cuanto hay disponible en caja. Para desanimar, algunos partidarios del ajuste perpetuo,  advierten que Danilo recibirá un "gobierno con sus arcas exhaustas y con una capacidad recaudadora limitadísima, sin un chele para nada, endeudado hasta la coronilla y teniendo que atender el barril sin fondo de las empresas eléctricas. Danilo –dicen, en pose doctor Merengue- tiene buenas intenciones, pero no podrá hacer nada. En lugar de estar pensando en hacer lo que han hecho Lula, Rousseff, Mujica y Kirchner, lo que debe hacer es lo que han hecho los gobernantes europeos." Recortar, recortar. Irresponsabilidad, irresponsabilidad. Indiferencia, indiferencia. Y es que para estos señores el déficit presupuestario del gobierno es más importante que el déficit presupuestario de las familias dominicanas. Olvidan deliberadamente que en toda economía mi ingreso es tu gasto y tu gasto es mi ingreso. Es decir, si yo no gasto, tú no ingresas y si tú no gastas, yo no ingreso.

Por ello recomiendan al presidente Medina achicar la responsabilidad del Estado frente a sus ciudadanos, es decir, Danilo gana pero que aplique el programa de Hipólito: cancelar decenas de miles de empleados públicos, devaluar el peso, paralizar o reducir Senasa ("el que quiera seguro médico que lo pague"), desarticular el "clientelismo" de la Tarjeta Solidaridad ("no hay cuartos, no hay cuartos'), no pagar deudas a pequeños y medianos proveedores del Estado, olvidarse de la creación de los Bancos de los Pobres y de la Mujer y a los productores agropecuarios que se las arreglen como puedan. 

No se dieron cuenta de que Danilo y las nuevas fuerzas sociales (empresarios progresistas y clase media) no sólo derrotaron a Hipólito, sino a aquellos grupos económicos retardatarios que pretendían parapetarse en el eventual gobierno débil y díscolo de Hipólito para desmantelar los avances y conquistas de los gobiernos del PLD. 

A estos señores les decimos que se equivocaron, que no han entendido lo que pasó el 20 de mayo. Les decimos que Danilo hará y mucho. Hará lo que nunca se ha hecho. Porque y aunque no es quien para hacer milagros, tiene y tendrá un pueblo que, con su voluntad, honestidad y capacidad de trabajo, lo poco o lo mucho será suficiente para cumplir su compromiso de gobernar a favor de los negocios y familias dominicanos. 

A ellos se dirigía Danilo cuando dijo que se había preparado, que estaba listo para gobernar y que no tenía miedo a enfrentar las dificultades nacionales e internacionales que pudiera encontrar al asumir la presidencia el 16 de agosto próximo.


Roberto Rodríguez-Marchena